Hemos
hablado de la productividad como la relación entre los factores que intervienen
en la producción y los resultados o producto. También hemos dicho que entre las
grandes y más redituables inversiones para cualquier emprendedor está aquella
destinada mantener a sus colaboradores, es decir sus trabajadores, contentos,
agradados y felices de producir para usted.
Pues bien, esas inversiones destinadas a la “felicidad” del personal son los denominados “incentivos laborales”.
Todo
trabajador labora a cambio de una retribución, un sueldo o salario, por lo que
éste se constituye en el primero y más directo de los incentivos que un
emprendedor o empresario otorga a sus empleados. Pero además de este incentivo,
que obviamente es económico, hay otros que pueden derivar de lo económico o
complementarlo, como también los hay no económicos.
Un
trabajador bien incentivado, produce más cantidad, con más calidad, menos
costo, todo con una gran satisfacción.
Y aunque
el incentivo beneficia directamente al trabajador, indirectamente también está
dirigido a la empresa, pues ellos estimulan y premian el incremento de la
producción, la calidad, la puntualidad o el ahorro de materia prima, entre
otros.
Los
incentivos laborales, además, ayudan a que el emprendedor o empresario mantenga
consigo al personal más valioso, al tiempo que desalienta a los trabajadores
indeseables a permanecer en la empresa o emprendimiento. Y aparte de retener al
personal valioso con el que ya se cuenta, atrae al mejor recurso humano que hay
en el mercado.
Aunque más
adelante hablaremos con más detalle de los incentivos laborales, podemos
referir ahora algunos que todo emprendedor o empresario pueden poner en
práctica con el personal a su cargo.
Así
tenemos horarios flexibles, que ayudan al empleado a conciliar su vida laboral
con la familiar. Este es un incentivo de una gran efectividad y fuerza.
Consiste en permitir al empleado productivo adaptar o acoplar su horario de
trabajo al de sus necesidades personales, tales como su horario de estudio.
En la
misma línea encontramos al tiempo libre, con el que se puede premiar la
productividad: Algunas horas libres a la semana, por ejemplo. También sumar
días a las vacaciones de los empleados productivos, o puntuales.
Los viajes
son un clásico dentro de los incentivos, especialmente en el mundo de las
ventas.
Los
regalos, tales como camisetas, relojes, computadoras o aparatos de música,
entre otros, que pueden ser canjeados por puntos acumulados por los empleados
en distintos ranquin que se establezcan referidos a puntualidad, productividad,
ventas, etc.
Y por
último nos referiremos a un incentivo invalorable para el trabajador: la
formación. Cursos, planes de becas o ayuda al estudio.