Por Mauro
Libi. Las empresas que buscan mantenerse en la ola, motivan a sus
empleados y líderes a lograr sus metas y objetivos. Para la creación de una
cultura empresarial en los equipos de trabajo, es fundamental la
actitud del líder, quien debe cultivar sólidas relaciones interpersonales que
se requieren para motivar a los trabajadores.
Cuando el
líder se encuentra dispuesto a asumir los desafíos con una actitud positiva y
optimista, es capaz de contagiar con su energía y pensamiento a todo su
entorno. No obstante, cuando el líder imperceptiblemente se carga de
negatividad, lo que consigue es generar desmotivación, lo que sin duda puede
opacar su talento para asumir los desafíos que se le imponen. Un líder sabe que
si comete un error, lo reconoce y le saca provecho.
El líder
aprende de sus errores, no da órdenes si no el ejemplo con sus acciones
positivas. Una de las actitudes necesarias es aquella para afrontar el cambio.
Es innegable que no siempre en las actividades de equipo se vislumbran cielos
azulados que perfilen un buen destino. Sin embargo, si existe la voluntad de
poner los medios adecuados sabiendo que son las personas y el talento humano la
clave para el impulso, y con eso poder hacer cambiar un panorama adverso.
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