Por Mauro
Libi Crestani. Los pensamientos más comunes que existe en estos días son
pesimista, de temor, muy negativos. Si se mira alrededor observamos que buena
parte de las personas no cree que existe un futuro mejor, y que estamos al
final del abismo por donde el país completo de hundirá y desapareceremos.
Yo seguiré insistiendo porque creo profundamente en lo que digo, y la
experiencia me ha demostrado que definitivamente sí usamos la creatividad y el
espíritu emprendedor podemos salir del atolladero en el que nos encontramos, y
cuando digo esto me refiero a la sociedad toda.
Es
importante mantener el norte y no dejarse arrastrar por la ola de pesimismo y
cataclismo que invade al país y al mundo. Tenemos que poner en marcha nuestra
creatividad, que no es un privilegio de algunos sino una potencialidad que
posee todo ser humano. Hay que activar esa cualidad y trabajarla dejando de
lado el "encuadramiento
cultural" que se nos quiere imponer para dejar rodar la imaginación,
buscando en cada detalle una oportunidad de encontrar una salida. Es entender
que no es obligado adaptarse a las reglas, que se puede mirar fuera de la caja.
Y es que cuando se es emprendedor se requiere que la persona sea inconforme con lo que hay, actuar de manera rebelde y no conformarse con lo “normal”. Cuando se desea emprender, hay que innovar, y se necesita de una dosis insaciable de curiosidad y es cuando aparece la creatividad.
Cuando las
personas tienen ideas las mismas se generan de la búsqueda, no aparecen como
por arte de magia sino que son condicionadas por los deseos de cambiar algo,
modificarlo o mejorarlo. Muchos que a menudo suelen mostrarse ocurrentes, no
son capaces de concretar un proyecto. Los emprendedores son creativos, pero
además son persistentes, decididos, son capaces de llevar adelante un proyecto,
tomando riesgos, transformando las simples o complejas ideas en nuevas ofertas
para la humanidad, por sencillas que estas sean.
Cuando a
una sociedad la embarga el pesimismo, son absolutamente incapaces de
crear, de innovar, de arriesgarse, de crecer, de superarse a sí mismas. El
pesimismo apaga el sentido de búsqueda de soluciones, abre las puertas a la
queja constante, a la inacción, a la flojera mental y física, al conformismo y
la autocompasión.
En el caso
contrario, las personas que no se limitan a renegar por las circunstancias sino
que se proponen buscar una forma de cambiarla, de transformarla en algo mejor
son aquellas que empujan su espíritu creativo y crean nuevas ideas para
transformar su futuro y el de los demás.
Son los optimistas los que se rebelan con lo que hay, los que no se sienten satisfechos, y ofrecen soluciones a los problemas.
Si usted
está en el grupo de los pesimistas, en el de los optimistas o neutral, debe saber
que le quedan dos alternativas: O seguir lamentándose, llorar, quejarse y
esperar que alguien le arregle su problema, o le toca tomar otro rumbo que lo
llevará a buscar nuevas posibilidades creativamente. El hecho concreto sigue
siendo el mismo, lo que cambia es la mentalidad para asumir el hecho y esto se
puede maniobrar desde el interior.
En los
tiempos de crisis se han hecho los mayores inventos, han surgido más y nuevos
empresarios, surgen nuevas posibilidades. No se quede lamentándose, actívese y
ponga a volar su creatividad y de seguro conseguirá un camino que aún no ha
visto por estar quejándose.
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