Para
muchos las crisis son la hecatombe,
el fracaso de un modelo. Sin embargo los que piensan así están equivocados y se
los digo con mucho respeto. Las crisis deben ser apreciadas de manera positiva
porque son un método de ajuste de los desequilibrios propios del sistema y le
permiten a los empresarios visionarios aprovechar las oportunidades que
presentan los cambios económicos.
Para entender
este concepto necesariamente debemos saber que cuando se produce una face de
crecimiento en el sistema, que conlleva a la generación de un exceso de capital
constante, en el que han invertido los empresarios para reproducir y ampliar la
producción y comercialización de productos y para bajar costos para competir,
todo lo que implicó la disminución de la tasa de beneficio de las
empresas.
La
duración y los efectos de la crisis son diferentes y en su mayoría regeneran en
un tiempo prudencial la rentabilidad a los negocios, lo que conduce a un nuevo
período de crecimiento.
Son
repetidas las experiencias de muchas empresas que se niegan a invertir en
tiempos de crisis, puesto que no se produce la rentabilidad ni siquiera para
poner a funcionar el aparato productivo, esto lleva a que la crisis.
En la
crisis quiebran los empresarios menos competitivos. Las crisis permiten que los
empresarios más avezados cambien sus estrategias y su forma de hacer
negocios hacia maneras más eficientes.
De hecho,
vale recordar que las novedades en materia de producción surgen durante los
períodos de crisis, en la búsqueda de nuevas transformaciones que mejoren la
rentabilidad.
Los
empresarios que sobreviven a la crisis y los empresarios que nacen durante las
crisis comienzan un nuevo período de expansión, motivados por la recuperada
rentabilidad.
Repito
nuevamente las crisis deben ser vistas como oportunidades únicas para
superarse, ser exitoso.
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