Por Mauro Libi.- Corresponde a las organizaciones tener sumo
cuidado con sus empleados cuando estos tienen graves problemas de salud que,
por demás, afectan el normal desarrollo de su gestión.
Pero no es cosa sencilla el manejo de estos trabajadores
cuando se trata de personas con problemas de alcoholismo o neuróticos
hipocondríacos, por ejemplo.
Para los directivos y supervisores es importante aprender a
reconocer a estos trabajadores y orientarlos a objeto de que reciban la ayuda
médica y profesional necesaria a fin de que prontamente puedan reincorporarse a
sus labores. Se sabe que los casos que revisten mayor complejidad y costos son
los relacionados al abuso de drogas, la depresión y la violencia.
Cuando los trabajadores son adictos a drogas o al alcohol representan
un grave problema para las empresas y emprendimientos. Sin embargo, otro
inconveniente lo representa el hecho de que pocas empresas aceptan reconocer
esta situación.
Identificar los síntomas de adicción en los trabajadores al
principio puede ser cuesta arriba, pero conforme se van acentuando constituyen
una cruel realidad que no debe ser ignorada.
Las personas con este problema comienzan manifestando
conductas irregulares, ausencias laborales que cada vez son más frecuentes e
injustificables, cambian los hábitos de trabajo, se incrementan los accidentes
laborales y cae el rendimiento.
A veces el empleado es una víctima indirecta, pues quien
padece de la adicción es un familiar muy cercano cuya conducta afecta a todo su
entorno. Las repercusiones se hacen sentir en todos los órdenes, incluido el
rendimiento y productividad del empleado familiar del alcohólico o drogadicto.
Algunas empresas han implementado programas de formación
obligatorios para todo el personal para alertar e informar sobre estas graves
adicciones y sus consecuencias. Otras van más allá y asisten al personal que
acude a ellos por ayuda y costea sus tratamientos, pero despide a quienes son
sorprendidos en sus puestos de trabajo consumiendo alcohol o drogas. Los
resultados de estos programas han sido altamente alentadores.
En el caso de la depresión la incidencia no es menos
preocupante. Se cree que hay un afectado por cada 20 empleados. Lo peor es que
solamente un muy bajo porcentaje de estas personas recibe atención médica.
La depresión suele ser ignorada o encubierta, pues muchas
veces quienes la padecen en lugar de manifestar la depresión de manera abierta,
sufren síntomas emocionales y físicos. Los trabajadores se muestran desinteresados, indecisos,
irritables, desganados, cansados. También manifiestan un malestar físico sin
los dolores específicos.
Se ha establecido que la depresión genera costos a las
organizaciones por el orden de los 27 mil millones de dólares al año.
En los centros de trabajo también pueden hacer acto de
presencia los empleados violentos. Las cifras de crímenes en los lugares de
trabajo son muy altas con tendencia a incrementarse.
Los trabajadores con este problema son individuos con una irritabilidad
crítica, son personas muy perturbadoras. No aceptan las críticas y se muestran
altamente susceptibles a lo que consideran injusticias o malicia por parte de
las otras personas hacia ellos.
Es importante que en las empresas o emprendimientos
permanezcan atentos para detectar a tiempo este tipo de casos. Hay que estar
vigilantes del rendimiento laboral y la asistencia, pues de ellos puede
deducirse la presencia de estas alteraciones.
De no saber manejarlo, el supervisor debe buscar asesoría.
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