Por Mauro Libi.- La organización es la clave para el fluido
y la acompasada marcha de las actividades. Todo aquello que el ser humano se
proponga debe hacerlo con orden. Esta máxima de la vida cotidiana igual aplica
para los emprendedores si quieren alcanzar el éxito en su negocio.
Y es que son muchas las responsabilidades que debe acometer
un emprendedor y, sobre todo al inicio de sus emprendimientos, debe ser muy
acucioso a objeto de alcanzar sus objetivos y metas.
En esta etapa inicial, el emprendedor debe estar al
pendiente de múltiples asuntos lo más disimiles el uno del otro. No en pocas
ocasiones, incluso, le toca llevarlos a cabo de manera simultánea.
Por tanto, la planificación de las tareas debe ser estricta
para poder lograr la efectividad.
Para todo emprendedor la productividad es un objetivo
fundamental.
Para llevar a cabo con éxito cada una de las estas tareas el
emprendedor debe, como apuntamos al principio, organizarse. Una manera de lograr
el orden es a través de la elaboración de un check-list o listas de tareas en la que se debe desglosar todo el
trabajo pendiente de forma estructurada.
Esto en apariencia es algo sencillo, sólo en apariencia. El
secreto está en poner los pies firmemente en tierra al momento de elaborarla. Y
es que lo realmente difícil de esto es cumplir con todas las tareas pautadas.
De hecho no pocos terminan por abandonar sus listados.
Lo primero que tiene que hacer es ser realista, esa lista
debe contemplar la elaboración de tareas que usted, efectivamente, puede
realizar. No se ponga metas imposibles. Tome en cuenta el tiempo que lleva
realizar cada tarea, los tiempos de descanso, los imprevistos. Lo importante es
no procrastinar ni perder la motivación.
Subdivida las tareas a objeto de poderlas llevar a cabo con
más facilidad cuando estas revisten una alta complejidad. Desglose el trabajo
en varias etapas, lo cual le permitirá hacer mejores revisiones de la labor
efectuada al tiempo que dará la sensación de un mayor avance al ir concluyendo cada
etapa.
Establezca prioridades y delegue en otros aquellas tareas en
las que sólo se necesite su supervisión. Diferencie lo que es urgente de lo que
es importante. Lo que no sea ni lo uno ni lo otro, simplemente deséchelo.
Fíjele a las tareas códigos de importancia y, partiendo de
allí, elabore el cronograma para acometerlas.
Póngase horarios, no porque sea su propio jefe no requiere
de disciplina. Es más requiere de más orden y planificación.
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