Conocerse a sí mismo: autoconocimiento de lo que somos

Por Mauro Libi.- ¿Qué significado tiene para nosotros amarnos a nosotros mismo? La psicología positiva nos dice que es un ingrediente fundamental para poder amar a otra persona.  Pero yo, les digo que no podemos dar lo que no tenemos y sentimos; así que, si no somos capaces de querernos no podemos amar a los demás.

En el enfoque positivista amarse a uno mismo significa darse la oportunidad de descubrir el gran potencial y la grandeza que llevamos dentro. Ser honestos y comprometernos con nuestra vida, significa tener en cuenta nuestras necesidades y respetarnos, aceptarnos y querernos por como solos y lo que somos.

Querernos significa no compararnos con los demás, dejar de exigirnos ser diferentes de quienes somos y romper con la idea aprendida que tenemos respecto a nosotros. Este planteamiento condiciona nuestra vida y nos lleva a vivir desconociendo una parte importante y valiosa de quienes somos. Abrazar nuestra realidad, aunque a veces no nos guste o no se acerque a lo que deseamos que sea, podemos acogerla y reconocer lo que somos.

Cuando aprendemos a apreciarnos, buscamos nuestro bienestar y somos capaces de proporcionarlos a otras personas. Desde aquí, elegimos relacionarnos con personas que también se aman y establecemos relaciones saludables que nos permiten crecer y madurar de acuerdo con nuestro propio proceso, caminando a nuestro propio ritmo. Cuando aprendemos a amarnos, dejamos el miedo a perder, entonces comienza nuestro crecimiento como personas autónomas y exitosas.

Aunque no todo son buenas noticias cuando se trata de conocernos a nosotros mismos, una investigación realizada por un experto en estos temas arrojo una conclusión incluso calificada por el mismo investigador como aterradora, porque según el psicólogo a veces es mejor no pensar demasiado y dejarnos llevar por un modo automático y dejar de bucear dentro de nosotros mismos porque puede resultar peligroso como nadar en aguas turbias lleno de especies marinas agresivas y voraces.

El referido estudio nos muestra un buen ejemplo sobre los errores que cometemos cuando decidimos mirarnos nosotros mismos, intentando conocer de lo que somos capaces de hacer. Igualmente, la investigación destaca que conocemos deficitariamente los móviles de nuestros actos; al mismo tiempo sostiene que somos unos desconocidos de nosotros mismos. Subraya que la introspección y la mirada que hacemos a nuestro interior, permite enfrentarnos a los monstruos interiores, así como ver y sufrir de ilusiones ópticas, tanto reales como figuradas y caemos en el riesgo de caer en contradicciones del autoconocimiento que tenemos de nosotros mismos.

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Transforme los sentimientos indeseables en conductas positivas

Por Mauro Libi.- ¿Quién de nosotros en algún momento de nuestras vidas no hemos experimentado sentimientos negativos? Estas sensaciones nos permiten ver el mundo desde otro punto de vista, pero no significa que nos tengamos que inmovilizar. Es preciso analizar y sacar lo bueno, lo positivo de las emociones negativas. Debemos aprovechar lo que nos pueden aportar y, luego, erradicarlos y olvidarlos como si fueran un mal sueño.

Funcionan como un medidor de temperaturas, como un llamado de alerta que nos informan que algo no va bien y se manifiestan en forma de malestar. Pero no todo es malo cuando los padecemos y sentimos, también tienen su parte positiva: nos enseñan nuevas conductas, nos permiten crecer porque nos ofrecen otra experiencia de vida y un nuevo aprendizaje promoviendo conductas positivas.

Uno de los más comunes, es sentir envidia, por las cosas, por el trabajo, por la casa, por el vehículo e incluso por la pareja que tienen los demás. Este es un sentimiento terrible que a veces nos tuerce la mente; nos sentimos frustrados e inseguros, pero somos seres pensantes e inteligentes lo cual nos permite decidir que no debemos andar siempre envidiando a todo a todo el mundo; debemos sacar este mal gusto, echarlo, erradicarlo de nuestro sentir; abriéndole la puerta y dejarlo que se vaya.

Otra manera de percibirlos es a través de la culpa, la sentimos cuando hemos herido a otra persona, con intención o sin ella. Es una especie de malestar que nos agobia pero que a la vez nos motoriza y nos hace reflexionar para que la próxima vez tengamos más cuidado. Este sentimiento negativo nos permite pensar qué haríamos de forma diferente la próxima vez, y a partir de ahí, borrón y cuenta nueva, de aquí en adelante el objetivo será cultivar emociones positivas y buscar el bienestar.

La inseguridad, la vergüenza y el miedo son sentimientos perversos que nos provocan reacciones en el cuerpo y en la mente que nos afecta de tal manera que lo podemos interpretar como una amenaza. La frustración nos ataca cuando percibimos la posibilidad de no estar a la altura como por ejemplo de un compañero de trabajo. Los sentimientos negativos también se apoderan de nosotros pensando que nos puede pasar algo muy malo como por ejemplo que nos disparen para quitarnos el celular, o pensar que nos va a dar un infarto, perder el trabajo o sencillamente ser rechazados por esa persona que nos atrae de una manera sobrenatural.

Pero, el verdadero peligro de padecer estos sentimientos negativos es dejar escapar las oportunidades, no luchar por ellas, porque ahí es donde está la derrota y no reconocer que somos capaces de promover en nosotros mismos conductas positivas que nos llevan a ser personas exitosas con un alto grado de bienestar emocional.

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Empleados: no todos tenemos las mismas motivaciones

Por Mauro Libi.- ¿Cuándo nos evalúan casi nunca se habla sobre expectativas y motivaciones que tenemos como empleados? Por eso no me sorprende que un profesional valioso y con inquietudes cambie de compañía.

Como trabajadores, en ocasiones las empresas nos evalúan anualmente, pero estas se basan sobre todo en resultados cuantitativos y examen de competencias y, en otras marcan una meta para el futuro como puntos de mejora y plazos de cumplimiento.

Los directivos a cargo de la gerencia en pequeñas y grandes empresas deberían averiguar qué necesidades particulares nos motivan. Por ejemplo, algunos trabajadores sólo ambicionamos cubrir necesidades de reconocimiento, de ser así nuestros superiores deben ver la posibilidad de diseñar mecanismos para mostrar el agradecimiento por el trabajo bien hecho, y así manifestar su satisfacción por el buen cumplimiento y premiarnos por ello.

Si tenemos deseos de desarrollo profesional, resulta conveniente que nos propongan cursos de formación a través del diseño de un plan de carrera que nos permita alcanzar las metas que ambicionamos dentro del esquema de cargos de la empresa. Si hay otros empleados con afán de logro, la organización puede considerar la consecución de metas que supongan un reto profesional y recompensarnos por conseguirlas. Porque a todos no nos mueve los mismos intereses; además, según la evolución de la vida nuestras motivaciones van cambiando. No todos tenemos los mismos intereses.

Si los encargados de manejar el recurso humano conocen con exactitud los objetivos vitales, las motivaciones y el diseño de estrategias que satisfagan las necesidades de nosotros como empleados, la implicación y la motivación será máxima y nuestra contribución a los objetivos empresariales estará garantizada.

Existen necesidades básicas que en que los trabajadores deseamos ser reconocidos, atendidos y evaluados: seguridad, amor, estima y autorrealización. Además, estamos motivados por el deseo de alcanzar y mantener las diversas condiciones sobre las que se asientan estas satisfacciones y por ciertos deseos más intelectuales de superación personal y profesional.

Como podemos observar estas necesidades prioritarias en una evaluación son minimizadas, incluso olvidadas o negadas. Pero cuando como colaboradores sentimos que estas necesidades quedan satisfechas, impacta en nuestra vida consciente para modificar nuestro comportamiento dentro de la organización y convertimos en sujetos protagonistas del éxito empresarial: somos más productivos y comprometidos.

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