La llama ni tanto que queme al santo ni tan
poco que no lo alumbre, reza el refrán. Un sentir de la sabiduría popular que
es bueno tener presente a la hora de aplicar la positividad en su lugar de
trabajo. Es que cuando esta emoción la manejamos en su justa medida puede
derivar en más innovación, menor ausentismo y mejor resolución de problemas.
El control emocional es fundamental, ya lo
hemos dicho en decenas de oportunidades. Por ejemplo, tener dominio sobre las
emociones negativas ayuda a que el ser humano permanezca alerta sobre los
riesgos y peligros, contribuyendo así a la preservación y la solución de
problemas.
En cuanto a las emociones positivas aún hay
mucho que investigar respecto a cuestiones como la supervivencia, por ejemplo.
Sin embargo, algunas experiencias apuntan que manejadas adecuadamente, las
emociones positivas permiten alcanzar bienestar en el lugar de trabajo.
Los estudios han determinado que las emociones
positivas tienen efectos en la salud de los trabajadores. Se estima que cambios
en el pensamiento, por ejemplo, pueden tener efectos dinámicos en la salud,
incluso a nivel celular.
Se cree que las emociones positivas afectan
el sistema inmunológico al tiempo que reducen la inflamación y ayudan a los
genes antivirales y anticuerpos.
De igual manera, sentirse bien reduce el
ausentismo de los trabajadores en sus centros de trabajo.
Como lo apuntamos al principio, las
emociones positivas se vinculan a una mayor innovación, a una mejor resolución
de problemas, al igual que a una mayor conectividad entre los trabajadores.
Hay quienes piensan que las emociones
positivas se asocian con el pensamiento holístico y con un mejoramiento de las
habilidades.
Mientras que la negatividad constriñe la experiencia,
estrecha la atención e incrementa el pensamiento analítico, el pensamiento
optimista se asocia al entendimiento de los riesgos.
En el lugar de trabajo es preciso manejar
las emociones positivas atendiendo una proporción de 3 a 1. La positividad es
saludable y productiva en cierta medida, pues al sobrepasarse la mano en juegos
y diversión en la empresa, el resultado es el decrecimiento de los niveles de
productividad. Como en todo, el exceso es contraproducente.
Hay que advertir que las emociones, sean
positivas o negativas, son contagiosas.
Por tanto, es preciso estar atentos a esto
para medir cuando estamos en uno u otro extremo.
Cualquier exceso, tanto de las emociones
negativas como de las positivas, puede ser altamente contraproducente en el lugar
de trabajo.
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