Emprendimiento con acento social

Por Mauro Libi.- Si tuviéramos que definir el emprendimiento de la manera más sencilla posible, diríamos que se trata de luchar por un sueño. Ahora, si ese sueño está acompañado por el deseo de ayudar a otros, entonces estaremos hablando de emprendedores sociales.

Y es que los emprendedores sociales son aquellas personas que trabajan para poner en funcionamiento ideas que tienen como finalidad resolver los problemas —o al menos una parte de ellos— de la sociedad.

Su objetivo no es el lucro, aunque puede darse una mezcla en la que el emprendimiento social no niegue algún beneficio económico que le permita viabilidad al mismo. Un ejemplo que pudiera encajar en esta categoría son las asociaciones civiles u organizaciones sin fines de lucro.

Lo cierto es que existen emprendedores cuyo negocio tiene un acento social, aunque en la práctica trabajen igual que cualquier otro emprendedor batallando para alcanzar objetivos comerciales.

Basta con destinar parte de las ganancias que devengue el negocio a una causa social o medioambiental, para entrar en la categoría de emprendimiento social. El beneficiario puede ser producto del consenso de los equipos de trabajo o una idea predeterminada del emprendedor al momento de crear su negocio.

El emprendedor social no puede ser indiferente ante los problemas de su entorno, se siente afectado por ellos aun cuando no sea de manera directa, simplemente siente que lo que le aflige al prójimo, pues le aflige a él también.

El emprendedor social rema contracorriente y lo hace con gusto y por convicción. No lo arredran las dificultades ni la crítica, mucho menos la burla, al contrario, esta última le imprime vigor a su trabajo.

Como todo emprendedor, el emprendedor social no se asusta ni se amilana ante la posibilidad fracasar, eso es solamente una posibilidad más, como también lo es triunfar. Así que apuesta por la segunda y sigue adelante. Si el resultado es lo primero, pues se levanta, se sacude el polvo y comienza de nuevo, eso es todo.

El partido no se acaba hasta que se acaba. Así de sencillo, por lo que aplica es seguir con el balón hasta el pitazo final.

Y tanto como el beneficio económico que se obtiene después del duro trabajo, el emprendedor social se siente feliz cuando su causa genera bienestar a quienes la están pasando mal.

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