Para empezar debo decir que no se concibe liderazgo sin
espíritu transformador. Un líder no planifica ni desarrolla todo su potencial
para que la empresa permanezca igual. Su tendencia original es el cambio, el
avance, el crecimiento, la innovación, y para ello debe estar dispuesto al
riesgo, a decisiones rompedoras, muchas veces a forzar esquemas convencionales.
Cuando me abordan para conocer lo que, en mi criterio y
mi experiencia, debe ser un buen líder gerencial, lo primero que destaco es el
pensamiento estratégico; esa capacidad de combinar la imaginación con las
técnicas de planificación que hacen posible llevar a la empresa a un estado
superior.
En mi caso, he recurrido en muchas oportunidades a un
riguroso esquema de planificación para hacer las inversiones necesarias
controlando los riesgos: aumentar la producción con tecnología de punta,
diversificar los productos y con ello captar nuevos consumidores, aumentar la
plantilla de trabajadores y llevar a la empresa a liderar el rubro de cereales.
Este trabajo gerencial sostenido, disciplinado y con
excelentes resultados fue seguido por la revista Gerente, ubicándome entre los
100 gerentes más exitosos, al igual que al gerente general de Inproceca, Giovanni Malvestuto el
año pasado, por lo que nos llena de mucha satisfacción poder ser una referencia
para las nuevas generaciones.
Esa cualidad visionaria pero a su vez calculadora debe
estar acompañada lógicamente por el conocimiento necesario, la capacidad para
motivar e inspirar a tu equipo, confianza en sí mismo y en lo que se puede
lograr, mucha empatía y pasión por lo que hace. Las organizaciones como
sistemas dinámicos tienden a desarrollarse, crecer, evolucionar,
diversificarse, y el líder debe estar muchos pasos adelante en todo ese
proceso.
El liderazgo transformador y carismático tiene ese plus para
influir en su equipo y llevarlos con entusiasmo a una misma dirección. Conoce
sus necesidades individuales y los hace sentirse mejores, los estimula hacia la
creatividad, transmite su optimismo y los conmina a avanzar un paso más de lo
esperado. Es un liderazgo profundamente positivo y humanista. Es el liderazgo
que marca la diferencia produciendo cambios significativos en la empresa y en
las personas que la conforman.
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