Por Mauro Libi.- La gestión empresarial requiere de
experticia de relojero para poder hacer frente a las múltiples vertientes que
engloba la dirección organizacional, sobre todo la de más alto nivel.
No es cuestión de soplar y hacer botellas.
El asunto es complejo.
A quien está a la cabeza de una organización le corresponde
asumir una multiplicidad funciones y tomar un sinnúmero de decisiones, ligadas
a todas las áreas de la institución, siempre teniendo en cuenta el tipo de estructura,
los objetivos, las metas, la estrategia, en fin, todo.
No son, como puede verse, decisiones fáciles de adoptar.
La alta dirección es una responsabilidad que suele
depositarse en los CEOs (Chief Executive Officer o director ejecutivo en
español), personas con una amplia experiencia y conocimiento en el área
gerencial, poseedor de muchas habilidades.
Ahora bien, ¿qué caracteriza a un CEO, qué lo hace un gerente
mejor capacitado que otros?
El CEO o director ejecutivo posee una amplia visión de los
negocios. Su perspectiva de la organización y del mundo de los negocios y la
economía, en general, es genérica, de amplio espectro. Tienen la capacidad de
observar desde varios ángulos.
El alto directivo ve el presente y al mismo tiempo intuye el
futuro. Domina la gestión de varios departamentos o direcciones, sino de todas.
El CEO domina varios idiomas por lo general, por lo que se
desenvuelve con facilidad en varios ambientes, los próximos, y los más lejanos.
Para ellos hacer un negocio aquí o en el otro lado del mundo no representa
ningún problema.
Tienen un amplio manejo de las relaciones internacionales,
es parte de su trabajo. Los continuos viajes que realizan tienen por objetivo
representar a la organización y en su nombre hacer negocios, entablar contactos,
ampliar lazos o sociedades.
Los CEOs son muy versátiles, algo que tal vez les brinda esa
facilidad que tienen para ir de un lado a otro y relacionarse con infinidad de
personas. Se adaptan a los cambios con facilidad. Para ellos estos cambios siempre
son una oportunidad para el crecimiento y el desarrollo.
Los directores de alto nivel se enfocan en los proyectos a
largo plazo y delegan en sus subalternos el resto de las tareas de las cuales
reciben periódica cuenta.
Uno de sus grandes objetivos al llegar a la cabeza de las
organizaciones es el de crear una cultura empresarial que genere gran impacto
en su entorno y las convierte en un ente de gran significación para la sociedad
en la que están enclavadas.
Para ellos es fundamental dotar a las empresas de identidad.
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