Por Mauro Libi Crestani
A
lo largo de nuestras vidas debemos tener presente una cualidad que nos abrirá muchas puertas, se trata de la ética, tanto
en lo personal como en el ámbito laboral.
La
ética profesional es fundamental a la hora de desempeñarnos
en el trabajo, ya que implica poner en práctica valores como la responsabilidad, puntualidad,
constancia, concentración, incluso la discreción, y por su puesto nuestros estudios
y formación.
Sin
embargo, la ética va de la mano con la personalidad,
para generar ese compromiso que nos lleva a hacer las cosas bien, es por esto
que cuando aparecen conflictos generados por la discrepancia entre la ética profesional y la ética personal, en
necesario tomar medidas, como el razonamiento a conciencia, si creemos que no
se está actuando correctamente.
Ser
un profesional ético no es solo respetar a nuestros compañeros, sino que debemos
velar por los derechos de los otros y propiciar la excelencia en el trabajo
diariamente.
La
ética profesional también nos sirve para
determinar cómo actuar en una situación específica, es decir, existen carreras
en las que se presentan momentos donde debemos tomar una decisión importante
que podría tener efectos en otras personas.
Es
el caso de los abogados, se ponen en práctica aquellos valores fundamentales, como la justicia, honestidad, lealtad,
diligencia y el secreto profesional.
Para
todos los docentes es indispensable desarrollar principios éticos, no solo para
ellos mismos sino que son ellos quienes tienen una gran responsabilidad con la sociedad, ya que contribuyen con la educación
de los niños.
Con
respecto a los psicólogos, sabemos que tienen sus propios códigos éticos para
el manejo de su trabajo, como por ejemplo la confidencialidad, responsabilidad
y honestidad entre ambas partes, es
decir, entre el profesional y su paciente.
Por
su parte, los administradores consideran dentro de su marco ético, valores como la lealtad, legalidad,
diligencia y honestidad a la hora de realizar su trabajo.
Por
último están los médicos, quienes tienen en sus manos la salud y la vida de sus
pacientes, por lo que el respeto al derecho de cada uno se convierte en el
principio de su ética, así como la honestidad,
cuidado, integridad, no discriminación y confidencialidad.
Como vemos, la responsabilidad es una parte esencial en la ética profesional, gracias a ella somos capaces de establecer nuestras propias metas, tanto laborales como profesionales.
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