Por Mauro Libi.- Es una pregunta permanente que se hacen los
seres humanos: ¿Lo estoy haciendo bien? Es normal, y menos mal que así es.
Querer medir el nivel de éxito que tenemos es bueno.
¿Fue una decisión acertada la que tomé? ¿Voy por buen
camino? Son interrogantes que conducen a evaluar nuestro desempeño profesional
o empresarial.
Para el novel emprendedor es una pregunta diaria.
Lo malo es cuando el asunto se convierte en obsesión, pero
todo en su justa medida es normal y hasta sano que suceda.
Detengámonos en el segundo de los escenarios, ese en el que
la pregunta se vuelve compulsiva. Aquí todo indica inseguridad y miedo al
fracaso en grado superlativo.
Tenga presente que aunque le vaya mal, eso no quiere decir
que lo ha perdido todo ni que usted es un fracasado sin futuro.
Cuando se empieza una empresa, un emprendimiento, cuando
comenzamos en un nuevo trabajo, en fin, tenemos dos alternativas ante nosotros:
que nos vaya bien o que nos vaya mal.
Lo primero es siempre lo deseable, pero lo segundo no es el
fin del mundo.
Lo importante es no dejarse dominar por el miedo, al extremo
de que este lo paralice y le impida avanzar por querer únicamente estar
evaluando cada paso que da.
Al primer paso debe seguirlo en el segundo y luego el
tercero.
Es decir, hablamos de avanzar. Eso es lo importante.
Todos tenemos un medidor interior, algo que nos emociona
internamente, esa vocecita de la que
hablan algunos que dice cuando algo le gusta o no, que le habla de la satisfacción
que siente con lo que hace.
Es importante hacerle caso a esa intuición que todos
tenemos.
El no ver progreso de ningún tipo es un indicativo sobre el
sentido de la marcha. Es natural, normal, que al principio de toda aventura
emprendedora sea poco lo que se vea como progreso. Es el tiempo de siembra, por
lo que hay que esperar la cosecha, la cual depende de la naturaleza del
negocio.
Conocido ese tiempo y habiendo visto que ya ha transcurrido sí es
pertinente decidir si seguir al constatar la falta de avance.
Por último y no por ello menos importante, está el constatar
que el emprendimiento o trabajo simplemente no le deja tiempo para nada,
principalmente para usted y su familia. Sabemos que emprender conlleva
sacrificios, pero esto no quiere decir que deba abandonarse usted ni a los
suyos.
Si su trabajo o negocio sólo le causa estrés y ninguna satisfacción,
pues entonces es tiempo de evaluar qué tanto le conviene o quiere si proseguir
bajo estas circunstancias.
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