Por Mauro Libi Crestani
Los
embates de la pandemia son
innegables, son muchas las empresas
que deben enfrentar las consecuencias
de la paralización absoluta de sus actividades, además de buscar la manera de
resistir y sobrevivir a esta difícil situación.
Es
el caso del sector turismo, restaurantes, y servicios de transporte, entre
otros, ya que actualmente debemos quedarnos en casa para no tener contacto con
desconocidos, y así evitar correr el riesgo de contraer el virus.
Pero
¿Qué tienen en común estos tres rubros?
La pérdida de la confianza del
consumidor. En algunos casos, provocada por las propias empresas, pero en
su mayoría como consecuencia de una de las peores crisis económicas de los
últimos tiempos.
Podemos
decir que la confianza es la
esperanza que tenemos en que algo funcione de una manera determinada, es algo
genuino en nuestras relaciones diarias, como una expectativa hacia las
personas, empresas u organizaciones, de que deben cumplir sus promesas y ser responsables con su
entorno.
Según
algunas investigaciones, la presencia de la confianza conlleva resultados positivos, esto genera que
las comunidades que tienen este sentimiento desarrollado, estén mejor
preparadas ante una crisis y tengan
un crecimiento económico más fuerte, una mayor innovación, más estabilidad, y por
su puesto mejores resultados.
Por
ejemplo, durante esta crisis, es esencial aprovechar la fuente de confianza
para difundir información crítica, mantener la tranquilidad y contener la
enfermedad.
Por
su parte, las empresas se relacionan con diferentes grupos de interés, cada uno con distintas preocupaciones: clientes,
comunidades, empleados, proveedores o accionistas, por lo que han debido
enfrentar el reto de ser empáticas con cada uno de sus grupos, considerando sus
necesidades.
Para
esto existen cuatro dimensiones de la confianza,
que son la física, emocional, financiera y digital, por lo que deben elaborar
estrategias en cada uno de estos tópicos y comunicarlas oportunamente, y sobre
todo con honestidad, ya que la comunicación,
sin duda, es el mejor generador de confianza, siempre y cuando sea transparente,
con la verdad, y se base en la detección y satisfacción de las necesidades y
expectativas de cada uno de sus intereses.
En
conclusión, de ahora en adelante las empresas
deben enfocarse en recuperar la confianza de sus consumidores, en aras de mantenerse, pero también la de sus
empleados para poder seguir contando son su mejor esfuerzo y así ofrecer un
producto o servicio de calidad que les permita continuar creciendo en un futuro
cercano.