Aunque
resulte difícil pontificar sobre alguna tendencia o patrón de comportamiento
del emprendedor exitoso, es posible
identificar algunas pautas y hábitos que lo definen o que forman parte de su
disciplina de trabajo.
Siempre he
sido de la idea que el emprendedor por vocación y convicción se maneja
brillantemente entre la pasión y la
genialidad, un amplio rango donde se conjugan el conocimiento, la
disciplina, el trabajo sostenido y un liderazgo inspirador para conformar
equipos y darle sentido a su obra.
No
obstante, existen algunos indicativos de las cualidades necesarias o deseables
para que ese emprendedor vea felizmente el logro de sus metas y objetivos.
Comparto
con un ustedes algunos de ellos, pero pueden ser muchos más. ¿Agregarías otro a
la lista? Espero tus comentarios.
- - Pensamiento
optimista y orientado al éxito. Aquí
comienza todo. No conozco a un triunfador anclado en el pesimismo atrayendo
tempestades. Además, las personas
optimistas procesan mejor la información negativa, evalúan y gestionan el
riesgo con responsabilidad, tienen claridad
mental para manejar la información compleja y por lo general suelen
trabajan con mayor creatividad y
nuevas ideas.
Un
emprendedor tras el éxito maneja sus emociones estratégicamente
y
los conduce al terreno de lo posible en términos de oportunidades y soluciones.
- - Pasión
en lo que se emprende.
Cuando perdemos la pasión, perdemos la posibilidad de mostrarle al mundo lo
mejor de nuestro talento. Los profesionales de éxito son personas que se
dedicaron a su vocación, a lo que les apasionaba, sin pensar si convenía o no,
si era una profesión lucrativa o no lo era. Cuando se siente pasión, todo fluye
y somos capaces de ser creativos e invertir energía y tiempo sin el coste de la
pereza.
- - Coraje. Necesario para asumir los retos con
valentía. Hay que estar preparado para asumir el fracaso y la derrota como una
posibilidad, o mejor aún, como un aprendizaje: en caso de no conseguir un
objetivo a la primera, hay que volver a intentarlo. La valentía no es cuestión
de genes, sino de actitud y aprendizaje.
Un
emprendedor asume que es incompatible querer crecer y superarse sin salir del
recinto seguro. Por eso necesita esa dosis adicional para despegar conquistando lo desconocido.
- - Estabilidad
emocional. Dominio
sobre ellas para usarlas a su favor. Un emprendedor aplomado mantiene una
actitud serena y equilibrada que transmite a los demás en las buenas y en las
malas. Además tener control interno nos lleva a confiar en nuestras fortalezas.
- - Arriesgarse
sin morir en el intento. Parte
de la esencia de un emprendedor es tener la certeza de que para cumplir su
sueño debe superar muchos obstáculos.
Estar dispuesto a invertir tiempo dinero en infinidad de actividades que quizás
no lleguen a nada. Por eso debe estar preparado a gestionar esa travesía con resiliencia y perseverancia.
- - Propósito
y compromiso. Para
que tu idea emprendedora se implante y crezca más allá de los dos años, que es
el tiempo que le dan a gran parte de los emprendimientos, es útil y conveniente
revestirlo de una visión y un compromiso con la sociedad en la cual nos
desenvolvemos.
Parte de nuestra fórmula
exitosa en el Grupo Libi desde sus
comienzos, ha sido identificarnos y trabajar en función a nuestro ideal de país
con oportunidades para todos, a través de programas para asistir a sectores vulnerables como una
contribución a ese público creciente que ha confiado en nosotros.